domingo, 24 de octubre de 2010
Bendigo tu recuerdo que me hace
sentirme afortunada cuando miro
la soledad del hombre, la amargura
de un lunes.
No sé si recordarte como eras entonces
o dejar que la vida –y tú que eres la vida-
se me vaya escurriendo
entre los mismos dedos
que algún día lejano fueron dulce herramienta
para construir el mundo,
ese mundo que siempre nos vence y nos derrota.
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